La enfermedad renal crónica y el cuidado de los riñones
- Isabel Amador Martínez
- 14 nov 2024
- 3 Min. de lectura
La enfermedad renal crónica (ERC) es silenciosa y no siempre muestra señales evidentes hasta que ya está avanzada (Bellas, et al. 2019). La principal causa de la ERC resulta de su asociación con diferentes enfermedades crónico-degenerativas, como la hipertensión y la diabetes (Jager, et al. 2019). También, existen otras causas que la pueden predisponer entre las cuales se encuentran los hábitos nutricionales y dietéticos, las infecciones, las enfermedades autoinmunes, las piedras en el riñón, algunos fármacos y enfermedades hereditarias (Mihai, et al. 2018; Erfanpoor et al., 2020). Es importante saber que aunado a los mecanismos ya mencionados, la ERC también se asocia con los hábitos de hidratación y un estilo de vida no saludable en el que las personas generalmente muestran un consumo excesivo de sal, de alimentos ultra procesados y que son sedentarios. Para que sea más claro, las personas que muestran un consumo inadecuado de agua simple y, sin embargo, tienen preferencia por el consumo de bebidas azucaradas (refrescos, jugos, bebidas energéticas, etc), tienen una mayor predisposición a un estado de subhidratación lo que genera la estimulación de la hormona vasopresina y vías como la poliol-fructosa que, en la activación crónica, producen obesidad, diabetes, síndrome metabólico y en consecuencia ERC (Johnson, et al. 2022). Es importante mencionar que la ERC también se predispone por factores de riesgo como la edad avanzada, los antecedentes de ERC en la familia, el bajo peso al nacer, la raza y es persistente en los países de bajos ingresos.
En las guías médicas la ERC se explica como la presencia de anormalidades en la estructura y/o la pérdida de la función de los riñones que afecta directamente la salud en un lapso de más de 3 meses; además de que esta enfermedad, técnicamente, se caracteriza por una disminución en la tasa de filtración glomerular (TFG) con un valor menor a 60 mL/min/1,73 m2 y la presencia de marcadores de daño renal como la albuminuria, la creatinina sérica, la cistatina C, la hematuria o las anormalidades en el sedimento urinario (KDIGO 2024; Charles, et al. 2020; GBD Chronic Kidney Disease Collaboration, 2020). Por lo tanto, para que una persona sea catalogada con ERC, debe de tener una función renal disminuida y/o la presencia de alguno de los marcadores de daño renal antes mencionados por un periodo de tres meses o más. Existen diversas acciones que podemos hacer para frenar el deterioro progresivo de nuestra función renal y mejorar nuestra calidad de vida (KDIGO 2024). Estas acciones incluyen el llevar un estilo de vida saludable como hacer ejercicio, beber suficiente agua, disminuir el consumo de alimentos procesados y ultra procesados o que contengan mucha sal, evitar el consumo de bebidas dulces o alcohólicas, controlar los niveles de azúcar en sangre y la presión arterial, así como realizarnos revisiones médicas o estudios clínicos periodicamente. Actualmente, las terapias que existen tratan de aliviar o prevenir el empeoramiento de la ERC, lo cual incluye el cuidado conservativo, medicamentos, diálisis o el trasplante renal (Den Hartogh & Tsiani, 2019). Sin embargo, estas terapias son temporales y la búsqueda de otras terapias que traten de frenar su progreso ha sido motivo de estudio en la investigación experimental.

Referencias:
1.- Bellasi A, Di Lullo L, Di Iorio B. Chronic Kidney Disease: The Silent Epidemy. Journal of Clinical Medicine 2019; 26: 8.
2.- Jager KJ, Kovesdy C, Langham R, Rosenberg M, Jha V, Zoccali C. A single number for advocacy and communication-worldwide more than 850 million individuals have kidney diseases. Nephrol Dial Transplant 2019; 34(11):1803-1805.
3.- Mihai S, Codrici E, Popescu ID, Enciu AM, Albulescu L, Necula LG. et al. Inflammation-Related Mechanisms in Chronic Kidney Disease Prediction, Progression, and Outcome. Journal of Immunology Research 2018; 2018:1-16
4.- Erfanpoor S, Etemad K, Kazempour S, Hadaegh F, Hasani J, Azizi F. et al. Diabetes, Hypertension, and Incidence of Chronic Kidney Disease: Is There any Multiplicative or Additive Interaction?. International Journal of Endocrinology and Metabolism 2020; 2:19.
5.- Johnson RJ, García-Arroyo FE, Gonzaga-Sánchez G, Vélez-Orozco KA, Álvarez-Álvarez YQ, Aparicio-Trejo OE. et al. Current Hydration Habits: The Disregarded Factor for the Development of Renal and Cardiometabolic Diseases. Nutrients. 2022;14(10):1-14.
6.- Charles C, Ferris AH. Chronic Kidney Disease. Primary Care 2020; 47: 585-595.
7.- GBD Chronic Kidney Disease Collaboration. Global, regional, and national burden of chronic kidney disease, 1990-2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. Lancet. 2020; 29: 709-733.
8.- KDIGO 2024 Clinical Practice Guideline for the Evaluation and Management of Chronic Kidney Disease (CKD), an update to the 2012 guideline. [página en internet] CKD Evaluation and Management [consultado 2024 Octubre 14]. Disponible en https://kdigo.org/guidelines/ckd-evaluation-and-management
9.- Den Hartogh, D.J.; Tsiani, E. Health Benefits of Resveratrol in Kidney Disease: Evidence from In Vitro and In Vivo Studies. Nutrients 2019, 11, 1624. https://doi.org/10.3390/nu11071624
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